"El negro se cimbrea, da unos pasos hacia adelante y una rosa de sangre le empurpura la azulosa camisa. Y cae en estertor agónico. La vista se le nubla, quiere gritar, y no puede. Se desangra... La noche eterna se hace sobre los ojos inmóviles. El pito de la Central quiebra con su fúnebre responso el día. Y el monstruo sigue quemando en sus entrañas carne de peonaje, sangre y sucrosa. Y botando gabazo, gabazo, gabazo..."
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