La luz del amanecer llenaba sus cuerpos, juntos, en la cama, dos almas hechas la una para la otra.
Él, era como un sol hermoso, un sol que le daba la vida, el sol que tenuemente daba calor a su soledad, los rayos que iluminaban la oscuridad de su cuarto, invisibles, intangibles, pero tocaban el alma cuando la esperanza la torturaba de la peor de las maneras.
No te vayas nunca Carl, no te vayas, quédate aquí, quédate junto a quien amas, te necesito más que nunca.
Al fin acabé mi nuevo dibujo, son Carl y Anyelik, de mi serie de mi sobredosis de azúcar, aunque, quise reflejar mis sentimientos por Carl en este dibujo, como si ella fuera yo, por eso, él tiene sus alas sacadas y Anyelik no.
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